“El Manifiesto Cristiano, el programa de la Verdad que nos hace libres en el desprendimiento de bienes y poderes personales, es el Sermón de la Montaña. Allí está la definición de lo que es ser cristiano, su perfil esencial y estilo de vida; el fundamento de toda elección justa; el sí sí y el no no que debe sellar un compromiso definitivo. Allí está la razón esclarecedora de lo que hemos de aceptar y de lo que hemos de rechazar con firmeza en lo político que es lo primero en el orden temporal. Allí está fijado el criterio para discernir los medios más congruentes con el fin que debe orientar la opción política del cristiano: “instaurarlo todo en Cristo”, según clásica expresión de San Pío X.”
“Uno se ama a sí mismo en la medida de su capacidad de darse, de su disposición para servir. La más alta afirmación de mi propio yo, de mi persona, está en el sacrificio de los bienes y poderes que poseo, incluso de mi vida, por un ideal supremo: Dios, la Patria, la familia, el amigo.
San Juan de la Cruz afirma que ‘el alma está más donde ama que en el cuerpo que anima’, puesto que es capaz de exponer su cuerpo al sufrimiento y a la muerte por amor.”
“… en el orden de los principios y esencias, repetimos, el cristiano no puede aceptar el pluralismo de las opiniones y de los criterios…
Es oportuno insistir en esta cuestión del pluralismo para que un cristiano, católico verdadero, no se equivoque en el compromiso político que asuma. En lo que se refiere a la esencia y al fin de las instituciones sociales o, lo que es igual, a los principios del orden natural, el pluralismo es ilegítimo, un grave y funesto error en sus consecuencias prácticas…”
“Cuando se ha llegado al extremo de la contradicción y se ha instaurado sobre el mundo de hoy el Imperialismo Internacional del Dinero, la decisión del cristiano debe ser igualmente radical y extrema. El principio de su única opción política debe ser el Reino de Cristo en el alma y en la Ciudad. No caben los términos medios, ni transigencia, ni concesión, ni componenda en nada. Su lenguaje y sus acciones, sí, sí y no, no. Esta es la conducta que nos dicta la virtud prudencial informada y realizada por la Caridad.”
“No hay más que la Soberanía de Cristo, Rey de reyes, principio de todo señorío legítimo como la exclusiva réplica a la ficción satánica de la Soberanía Popular.”
“El Manifiesto cristiano nos aconseja no preocuparnos demasiado por nuestra vida material, cuyas necesidades Dios conoce y nos ayuda a proveer; pero que no son lo primero y principal para el hombre en cuanto a su naturaleza y al fin de su existencia. Por el contrario, hay una prioridad de lo religioso, espiritual y trascendente, de cuya atención adecuada depende el mejor ordenamiento de lo económico y social: “Buscad, pues, primero el Reino de Dios y su justicia, y todo eso se os dará por añadidura.”
“Uno se ama a sí mismo en la medida de su capacidad de darse, de su disposición para servir. La más alta afirmación de mi propio yo, de mi persona, está en el sacrificio de los bienes y poderes que poseo, incluso de mi vida, por un ideal supremo: Dios, la Patria, la familia, el amigo.
San Juan de la Cruz afirma que ‘el alma está más donde ama que en el cuerpo que anima’, puesto que es capaz de exponer su cuerpo al sufrimiento y a la muerte por amor.”
“… en el orden de los principios y esencias, repetimos, el cristiano no puede aceptar el pluralismo de las opiniones y de los criterios…
Es oportuno insistir en esta cuestión del pluralismo para que un cristiano, católico verdadero, no se equivoque en el compromiso político que asuma. En lo que se refiere a la esencia y al fin de las instituciones sociales o, lo que es igual, a los principios del orden natural, el pluralismo es ilegítimo, un grave y funesto error en sus consecuencias prácticas…”
“Cuando se ha llegado al extremo de la contradicción y se ha instaurado sobre el mundo de hoy el Imperialismo Internacional del Dinero, la decisión del cristiano debe ser igualmente radical y extrema. El principio de su única opción política debe ser el Reino de Cristo en el alma y en la Ciudad. No caben los términos medios, ni transigencia, ni concesión, ni componenda en nada. Su lenguaje y sus acciones, sí, sí y no, no. Esta es la conducta que nos dicta la virtud prudencial informada y realizada por la Caridad.”
“No hay más que la Soberanía de Cristo, Rey de reyes, principio de todo señorío legítimo como la exclusiva réplica a la ficción satánica de la Soberanía Popular.”
“El Manifiesto cristiano nos aconseja no preocuparnos demasiado por nuestra vida material, cuyas necesidades Dios conoce y nos ayuda a proveer; pero que no son lo primero y principal para el hombre en cuanto a su naturaleza y al fin de su existencia. Por el contrario, hay una prioridad de lo religioso, espiritual y trascendente, de cuya atención adecuada depende el mejor ordenamiento de lo económico y social: “Buscad, pues, primero el Reino de Dios y su justicia, y todo eso se os dará por añadidura.”