miércoles, 23 de febrero de 2011

CARTAS DEL DIABLO A SU SOBRINO (Lewis) III

III

Mi querido Orugario:

Me complace mucho todo lo que me cuentas acerca de las relaciones de este hombre con su madre. Pero has de aprove¬char tu ventaja. El Enemigo debe estar trabajando desde el centro hacia el exterior, haciendo cada vez mayor la parte de la conducta del paciente que se rige por sus nuevos criterios cristianos, y puede llegar a su comportamiento para con su madre en cualquier momento. Tienes que adelantártele. Man¬tente en estrecho contacto con nuestro colega Gluboso, que se ocupa de la madre, y construid entre los dos, en esa casa, una costumbre sólidamente establecida y consistente en que se fastidien mutuamente, pinchándose todos los días. Para ello, los siguientes métodos son de utilidad:

1. Manten su atención centrada en la vida interior. Cree que su conversión es algo que está dentro de él, y su atención está, por tanto, volcada, de momento, sobre todo hacia sus propios estados de ánimo, o, más bien, a esa versión edulcorada de dichos estados que es cuanto debes permitirle ver. Fomenta esta actitud; mantén su pensamiento lejos de las obligaciones más elementales, dirigiéndolo hacia las más elevadas y espiri¬tuales; acentúa la más sutil de las características humanas, el horror a lo obvio y su tendencia a descuidarlo: debes conducirle a un estado en el que pueda practicar el autoanálisis durante una hora, sin descubrir ninguno de aquellos rasgos suyos que son evidentes para cualquiera que haya vivido alguna vez en la misma casa, o haya trabajado en la misma oficina.

2. Por supuesto, es imposible impedir que rece por su madre, pero disponemos de medios para hacer inocuas estas oraciones: asegúrate de que sean siempre muy «espirituales», de que siempre se preocupe por el estado de su alma y nunca por su reuma. De ahí se derivarán dos ventajas. En primer lugar, su atención se mantendrá fija en lo que él considera pecados de su madre, lo cual, con un poco de ayuda por tu parte, puede conseguirse que haga referencia a cualquier acto de su madre que a tu paciente le resulte inconveniente o irritante. De este modo, puedes seguir restregando las heridas del día, para que escuezan más, incluso cuando está postrado de rodillas; la operación no es nada difícil, y te resultará muy divertida. En segundo lugar, ya que sus ideas acerca del alma de su madre han de ser muy rudimentarias, y con frecuencia equivocadas, rezará, en cierto sentido, por una persona imaginaria, y tu misión consistirá en hacer que esa persona imaginaria se parez¬ca cada día menos a la madre real, a la señora de lengua puntiaguda con quien desayuna. Con el tiempo, puedes hacer la separación tan grande que ningún pensamiento o sentimien¬to de sus oraciones por la madre imaginaria podrá influir en su tratamiento de la auténtica. He tenido pacientes tan bien con¬trolados que, en un instante, podía hacerles pasar de pedir apasionadamente por el «alma» de su esposa o de su hijo a pegar o insultar a la esposa o al hijo de verdad, sin el menor escrúpulo.

3. Es frecuente que, cuando dos seres humanos han convi¬vido durante muchos años, cada uno tenga tonos de voz o gestos que al otro le resulten insufriblemente irritantes. Explo¬ta eso: haz que tu paciente sea muy consciente de esa forma particular de levantar las cejas que tiene su madre, que apren¬dió a detestar desde la infancia, y déjale que piense lo mucho que le desagrada. Déjale suponer que ella sabe lo molesto que resulta ese gesto, y que lo hace para fastidiarle. Si sabes hacer tu trabajo, no se percatará de la inmensa inverosimilitud de tal suposición. Por supuesto, nunca le dejes sospechar que tam¬bién él tiene tonos de voz y miradas que molestan a su madre de forma semejante. Como no puede verse, ni oírse, esto se consigue con facilidad.

4. En la vida civilizada, el odio familiar suele expresarse diciendo cosas que, sobre el papel, parecen totalmente inofen¬sivas (las palabras no son ofensivas), pero en un tono de voz o en un momento en que resultan poco menos que una bofetada. Para mantener vivo este juego, tú y Gluboso debéis cuidaros de que cada uno de ellos tenga algo así como un doble patrón de conducta. Tu paciente debe exigir que todo cuanto dice se tome en sentido literal, y que se juzgue simplemente por las palabras exactas, al mismo tiempo que juzga cuanto dice su madre tras la más minuciosa e hipersensible interpretación del tono, del contexto y de la intención que él sospecha. Y a ella hay que animarla a que haga lo mismo con él. De este modo, ambos pueden salir convencidos, o casi, después de cada discu¬sión, de que son totalmente inocentes. Ya sabes cómo son estas cosas: «Lo único que hago es preguntarle a qué hora estará lista la cena, y se pone hecha una fiera.» Una vez que este hábito esté bien arraigado en la casa, tendrás la deliciosa situación de un ser humano que dice ciertas cosas con el expreso propósito de ofender, y, sin embargo, se queja de que se ofendan.

Para terminar, cuéntame algo acerca de la actitud religiosa de la vieja señora. ¿Tiene celos, o algo parecido, de este nuevo ingrediente de la vida de su hijo? ¿Se siente quizá «picada» de que haya aprendido de otros, y tan tarde, lo que ella considera que le dio buena ocasión de aprender de niño? ¿Piensa que está «haciendo una montaña» de ello, o, por el contrario, que se lo toma demasiado a la ligera? Acuérdate del hermano mayor de la historia del Enemigo.

Tu cariñoso tío,

ESCRUTOPO

OTRA VERSIÓN SOBRE EL MENSAJE DE LA SALETTE

UN REGALO PARA NUESTROS AMIGOS SEDEVACANTISTAS Y SU "EVANGELIO DE LA SALETTE":


"Nota aclaratoria: Para prevenir cualquier malentendido - dejenme decir que estoy de acuerdo con la decisión del Obispo de Grenoble relativa a la aparición de la Bienaventurada Virgen María en La Salette en 1846, en el sentido de que la misma es "digna de ser creída". La intención de estos artículos es la de demostrar que a) el "mensaje" y/o b) "el secreto" de La Salette NO cuentan con la aprobación de tal Obispo o de la Iglesia. El falso mensaje o secreto sugiere que la BVM profetiza que "Roma perderá la Fé...etc.". Este rumor es una corrupción datada de 1879 del original y legítimo mensaje registrado en 1851. Este falso "mensaje" y/o "secreto" de 1879 ha sido absolutamente condenado por la Iglesia. La condena oficial culminó con la puesta en el Index de los Libros Prohibidos del falso mensaje de La Salette y esto a pesar del discutido Imprimatur de 1879 supuestamente otorgado por el Obispo de Lecce - F. John Loughnan"


Una premisa discutible:

“Roma perderá la fe y será la sede del Anticristo”

Desafortunadamente, vemos aquí un ejemplo de “ciegos” guiando a otros “ciegos”.

Consideremos lo que sigue:

La frase mencionada más arriba es unánimemente aceptada y promovida por mucha gente confundida -casi como si se tratara de un “dogma de Fe” el hecho de que la Virgen María dirigió esas palabras a Melanie Calvat y a Maximin Giraud en La Salette-

¿Fueron palabras de la Virgen o fueron meras repeticiones por parte de una inocente Melanie de las ideas apocalípticas de cierta gente convencida pero fanática y confundida que lograron convencerla? (téngase en cuenta que Martín Lutero se inclinaba por llamar Anticristo al Papa). Es importante tener en cuenta que Melanie nunca mencionó esta frase cuando comunicó por primera vez el mensaje en 1851. Esta frase comenzó a ser atribuída a ella solo después de 1878 , mucho tiempo después que el evento ocurrió y que el mensaje original se transcribió.


La verdad acerca del Secreto de La Salette

“…el verdadero Secreto de La Salette nunca fue hecho público. Muchos católicos continúan siendo inducidos en error por el falso y no aprobado “secreto” escrito por una resentida Melanie Calvat en 1879, una distorsionada versión de la que escribió originalmente en 1851. Otros, a pesar de su buena predisposición, no pudieron otorgarle credibilidad , providencialmente al parecer."

http://freespace.virgin.net/crc.english/salette4.htm#apocalypse


La versión falsa del Secreto de Nuestra Señora

Este secreto, ya varias veces impreso, distribuído, comentado y recomendado por diversos autores, tanto eclesiásticos como laicos, es el que M. Mariavi ha creído conveniente dar al público, presentándolo como "El Evangelio de la Virgen María ', ¡para acompañar y complementar el Evangelio de Jesucristo!

"A fin de responder a su pregunta Monseñor, acabo de leer los dos folletos sobre los que usted desea saber mi opinión. Es absolutamente desfavorable. Los autores de las publicaciones anteriores, relacionados con este secreto, fueron condenados, si no a causa del secreto en sí, al menos por el alcance y las consecuencias que le otorgaron. Un destino similar espera a la presente publicación.

"I. - Parece, de hecho, que no tenemos aquí el secreto entregado por el obispo de Grenoble enviado a SS el Papa Pío IX en 1851. En su forma actual, fue escrito por Melanie Calvat, pero en varias ocasiones y en sucesivos fragmentos, y parece más bien ser el resultado de una composición personal que una repetición exacta del texto original dado a Pío IX, y del cual se dice que no se encuentra ya en el Vaticano.

"II. - En su forma actual, este secreto no tiene un valor distinto al de una manifestación personal de Melanie Calvat la que cuenta con el apoyo de la firma de dos obispos de Nápoles. Melanie parece haber sido sinceramente piadosa, pero pudo haber sido engañada, y parece que su "misión", en lugar de proseguirse a nuestro tiempo, terminó con el reconocimiento de la realidad de la Aparición por la Iglesia .

"III. - Lo que es seguro, de acuerdo con un autor bien informado, es que las primeras versiones del secreto eran menos desarrolladas que las últimos, es probable, por tanto, que bajo la influencia del entorno en el que su vida terminó, Melanie haya ampliado lo que había escrito originalmente y enviado al Papa; por cierto, no tenemos aquí una copia oficial del secreto que ella entregó a Pío IX. Sólo la Sagrada Congregación del Santo Oficio podría, con el consentimiento del Papa, buscar el original y así determinar, cotejando con el contenido original, la verdadera autoridad.

"IV. - El tenor de este secreto, como se lee hoy, es tan extraño, de tal manera confuso, con especial alusión a la política, favorece de manera muy precisa, los errores de los antiguos milenaristas - en el sentido de que anuncia una renovación que ha de realizarse en el tiempo y en la tierra, a diferencia de la enseñanza de la verdadera religión en general acerca de la resurrección en el fin del mundo, y acerca de la eterna felicidad de los elegidos - que necesariamente uno duda en atribuir un origen celestial. Por último, y más especialmente, el comentarista se ha tomado tal libertad en evaluar y juzgar a la jerarquía católica, en todos sus grados, que uno se pregunta en qué se basa para justificar la gravedad de sus palabras, las cuales no quedarían fuera de lugar en las páginas de un periódico que fuera el más hostil a la fe cristiana. Uno se pregunta cómo se puede conjugar la piedad que profesa con la dureza que muestra hacia las personas dignas de todos los respetos.

"Lo que agrava la temeridad de estas sentencias es que son dadas, en varias ocasiones, en una forma que es a la vez burlona e insultante, lo que es desmentido por el carácter y la dignidad de las personas que el autor considera oportuno denunciar.

"El santo Papa Pío IX, venerables cardenales tales como Monseñor Perraud, Mons. Lugon y Mons. Sevin, obispos como Monseñor Maurin de Grenoble, y todos sus predecesores hasta Mons. Ginoulhiac, de renombrada memoria: todos están incluidos en los hirientes reproches, que el comentarista se atreve a atribuir, en primer lugar, a la Santísima Virgen!

"Y todo esto está escrito y publicado, distribuido y ofrecido para aquellos que quisieran encontrar en estas páginas el alimento para su curiosidad. ¿Se aprenden la caridad y el amor al aprender a despreciar a la autoridad legítima del sacerdocio? Porque lo notable en este cristiano, en este católico, es que parece disfrutar de una especie de alegría al golpear a los líderes de la Iglesia santa, de los cuales él se burla al llamarlos «nuestros príncipes'

"Por lo tanto no se sorprenda, Monseñor, si condeno estos dos folletos de autoría del Dr. Mariavi, si reprocho su espíritu y su carácter, y si yo le aconsejo a los fieles a que no los lean

"Con mi afectuoso respeto,

A., cardenal de Cabrihres

Obispo de Montpellier.

(Le Hidec, Les secretos de La Salette, p. 164-167)


Ahora la traducción de un percutante análisis por parte del autor James Foster:

Textos de los falsos Secretos

En las décadas siguientes a la aparición se publicaron una serie de versiones de los secretos, incluyendo la versión publicada en Italia en 1879 por Melanie Calvat misma. Este texto, que fue tan largo que tuvo que ser publicado como un folleto, lo fue en un tono muy apocalíptico e incluía predicciones para el mundo y una incisiva crítica del clero. Incluía la dramática denuncia "Roma perderá la fe y se convertirá en la sede del anticristo". Fue utilizado por anticlericales y por la masonería para atacar a la Iglesia. Todavía se utiliza hoy por los "tradicionalistas" [nota del blogger: digamos de los inclinados al sedevacantismo] que se encuentran actualmente en cisma con Roma. La iglesia jamás ha aceptado estas versiones del secreto como auténticos. Después de la publicación de su inclusión en el Índice de libros prohibidos y la advertencia en privado a Melanie por su comportamiento.

En este punto es necesario mencionar las dos maneras de ver a Melanie que surgieron posteriormente. Sus devotos, entre ellos un número de miembros del clero a quienes ella atrajo a su causa en el momento, la vieron como alguien que fue completamente fiel a su misión, una misión que, a su juicio continuó después de los acontecimientos de septiembre de 1846. Se convirtió en una gran mística y visionaria que sufriera grandes frustraciones de manos de las autoridades de la Iglesia. Esta era su peculiar cruz y vocación. Todas sus supuestas revelaciones deben ser creídas, incluido el secreto de 1879. La otra manera es la de considerar que cuando Melanie publicó el llamado Secreto de La Salette, después de haber fracasado en su vocación de carmelita y haber sido dispensada de sus votos por el Santo Padre, ella se había convertido en una pseudo-mística, obsesionada con la literatura apocalíptica y resentida con las autoridades de la Iglesia que se habían negado a adherirse a sus exigencias irrazonables. El secreto no era un fiel reflejo de lo que la Virgen le dijo, sino una expresión de sus propias ideas y sentimientos. El obispo de Grenoble, que sufriera sucesivos tropiezos al intentar defender a Melanie, la encuentra “empecinada” y desafiante de la autoridad. Con gran visión, en 1851 declaró públicamente que la misión de los niños pastores había terminado y que el asunto se encontraba ya en manos de la Iglesia. Lo hizo para poner fin a las pretensiones de Melanie de tener más y continuas revelaciones. Se ha dicho que Melanie producía en quienes tenían que lidiar con ella más lástima que enojo. No me propongo tratar de resolver la cuestión de cuál de estos personajes representa la "verdadera Melanie", pero la falsedad de la versión 1879 es evidente, por diversas razones, incluyendo

- Su longitud que llenaba varias páginas de un folleto. El verdadero secreto llenaba apenas tres carillas.

- Se hace referencia a sucesos concretos, de los cuales se dice que van a ocurrir en el siglo XIX, pero que en realidad nunca se produjeron. Por ejemplo, el anticristo, no aparece "en torno a 1865" ¿o simplemente no lo hemos reconocido? Ni ha mandado ejércitos en las guerras que se lucharon en los años 1880 (Nótese como la frase acerca de Roma convirtiéndose en la sede del anticristo se elimina de este contexto por aquellos que lo utilizan para justificar los ataques a la actual Ciudad del Vaticano).

- La publicación en 2002 del secreto que Melanie escribió al Papa en 1851 nos permite hacer una comparación con la versión de 1879 y rápidamente se hace evidente que hay poca semejanza entre los dos. El verdadero secreto es muy similar al mensaje de Fátima visto en su totalidad. No está escrito abiertamente en tono apocalíptico y condenatorio, carece de la crítica del clero y religiosos que se encuentran en la versión de Melanie de 1879. La frase "Roma perderá la fe y se convertirá en la sede del anticristo" no está presente. Al igual que Fátima es un mensaje de esperanza, especialmente en relación con el secreto de Maximin.

Las versiones de los supuestos secretos encontradas en 2002 se encuentran aquí:

http://www.sspxasia.com/Newsletters/2003/Jul-Dec/Secret_of_La_Salette.htm



FUENTE:http://lahondadedavid.blogspot.com

¿Benedicto XVI vs. Juan Pablo II? La escatología cristiana en formato periodístico


Lejos estaría el Papa Benedicto de suponer que una de sus respuestas espontáneas, en estilo coloquial, a las diez preguntas formuladas en el curso de su encuentro anual con los párrocos de Roma al inicio de la cuaresma, y que duró en total una hora y cuarenta minutos, despertaría un torbellino mediático de repercusión internacional. La ocasión la brindó la pregunta de un sacerdote relativa a realidades poco predicadas, como son el juicio final, el infierno y el paraíso. El Papa en su respuesta aprovechó para hablar de las realidades últimas del hombre: muerte, juicio, purgatorio, infierno o gloria. Las palabras exactas han sido reproducidas por Sandro Magister, periodista de L’Espresso, y luego divulgadas por la agencia informativa Zenit en su boletín del 11 de febrero.

Para quien busca entender la mentalidad del periodismo entendido como venta oportunista de noticias, con alto voltaje emocional, éste es un caso privilegiado. ¿Por qué tanto revuelo?

La chispa logró encenderla el comentarista del diario La Repubblica, según el cual el Papa en su respuesta entraba en contradicción con la doctrina de su antecesor, quien en una de las catequesis del año 1999 dedicadas a las “postrimerías”, al hablar del infierno, el miércoles 21 de julio de ese año, lo presentó más como un “estado” que como “lugar” donde el hombre es sometido a tormentos exteriores de todo tipo. Como suele ocurrir, ni la catequesis del Papa Juan Pablo, ni la respuesta ocasional de Benedicto XVI eran citadas en su contexto ni en su integridad.

La aludida catequesis de Juan Pablo II citaba el nº 1033 del Catecismo de la Iglesia Católica (¿y no era acaso el mismísimo cardenal Ratzinger quien presidía su redacción?) donde leemos: “Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados, es lo que se designa con la palabra «infierno» ”. Hablaba de la posibilidad real de incurrir en ese estado, de la eternidad del mismo, y en conformidad con la doctrina del IV concilio de Letrán, afirmaba que en esa situación se encuentran las criaturas espirituales llamadas demonios, que se cerraron al amor de Dios. El mismo Papa aclaraba que, si bien la condenación eterna sigue siendo una posibilidad real, no obstante “no nos es dado conocer, sin especial revelación divina, si los seres humanos, y cuáles, han quedado implicados efectivamente en ella”.

De esta doctrina se hizo luego una lectura muy sesgada y se la divulgó en forma tergiversada. Se la presentó como novedad absoluta, se retuvo la negación de que el infierno sea un lugar, sino un estado de lejanía respecto de Dios, y de allí la interpretación reductora de que sería una metáfora o un espacio vacío, una hipótesis irreal, conclusión ésta que en nada respetaba el pensamiento del papa polaco.

El año pasado, en marzo de 2007, se había desatado un revuelo parecido al de este mes de febrero del presente año, a partir de otra intervención ocasional de Benedicto XVI sobre el infierno, donde con sobriedad y agudeza reitera la doctrina tradicional de la Iglesia, en una homilía pronunciada en una parroquia romana de la periferia, comentando el evangelio. En ese momento muchos periódicos publicaron frases como éstas del diario español El País: “El papa Benedicto XVI resucita el infierno. Contra lo dicho por Juan Pablo II en 1999, Ratzinger sostiene que «el infierno, del que se habla poco en este tiempo, existe y es eterno» ” (23 de abril de 2007). En ese mismo diario, el mismo día, otro título volvía a la carga, ahora con sarcasmo: “El papa Benedicto entierra el limbo y resucita el infierno”. Ya puede el simple lector comprobar por cuales carriles de objetividad científica circulan las noticias.

Con ocasión del encuentro con el clero romano de este año, los “especialistas” en cuestiones religiosas de numerosos diarios en todo el mundo, los llamados “vaticanistas”, con honrosas excepciones según los medios, a partir del comentario aparecido en La Repubblica iniciaron la onda expansiva repitiendo hasta la saciedad lo que parecía una verdad de evidencia inmediata, a saber, que el Papa Benedicto se había opuesto a la doctrina de su antecesor sobre el mismo tema. La noticia tenía sus variaciones, según la cantidad de condimentos y aderezos. Algunos títulos manifestaban abierta hostilidad (e ignorancia) previa, como es el caso de un diario argentino de gran tiraje que el 8 de febrero repetía en su título los lugares comunes de los más agresivos diarios europeos: “Benedicto XVI: El infierno sí existe … Así volvió a contradecir a su antecesor Juan Pablo II, quien había afirmado que el infierno como lugar no existía, y que sólo es «la situación de quien se aparta de Dios» ”.

¿Qué es lo que dijo exactamente Benedicto XVI en ese encuentro? Conviene leer: “He intentado decir: quizás no sean tantos los que se han destruido de este modo y que son insanables para siempre, quienes no tienen más algún elemento sobre el que pueda apoyarse el amor de Dios, ya que no tienen más en sí mismos un mínimo de capacidad para amar. Esto sería el infierno”.

¿Qué resulta entonces de la lectura directa de las fuentes en comparación con el envase mediático en que se ha vendido la noticia? Se imponen por sí mismas las siguientes conclusiones. Ambos papas admiten la fe sobre la existencia y eternidad del infierno. Uno y otro afirman que en él se encuentran los demonios. Ni Juan Pablo II ni Benedicto XVI se refieren al mismo como un lugar geográfico. Ambos pontífices hablan del infierno como de una posibilidad real para el hombre; no se trata pues de una metáfora o hipótesis irreal.

¿Difieren doctrinalmente en algún punto sobre este tema? El Papa Wojtyla, después de hablar de la posibilidad real de la condenación eterna, afirmaba que no obstante “no nos es dado conocer, sin especial revelación divina, si los seres humanos, y cuáles, han quedado implicados efectivamente en ella”. ¿Contradice el Papa Ratzinger esta afirmación? Vayamos a sus palabras: “He intentado decir: quizás no sean tantos los que se han destruido de este modo y que son insanables para siempre”. A través de este “quizás” ¿no se está manteniendo el Papa en la equidistancia entre un infierno superpoblado y un infierno que con certeza y por principioestaría vacío de seres humanos? ¿No es una manera distinta de afirmar lo mismo, a saber, la posibilidad real de la condenación eterna? Y al mismo tiempo ¿no equivale a renunciar a saber “si los seres humanos, y cuáles, han quedado implicados efectivamente en la condenación eterna”?

Pero vayamos ahora a otra pregunta: ¿puedo yo hablar de motores y mecánica automotriz por el simple hecho de manejar un automóvil? Para mis amigos y conocidos éste sería un buen chiste para distenderse en medio de sus tensiones y fatigas. ¿Qué podría esperar de ellos si me ocupara de estos temas? Mis amigos de gustos clásicos me recordarían una anécdota de Apeles, el máximo pintor griego, cuando quisieron corregirle la plana: “zapatero, a tus zapatos”. Mis amigos más amantes de la poesía gauchesca, me citarían al mayor de sus cultores: “¿qué sabe el chancho ‘e volar, si nunca fue golondrina?” ¿Puede alguien hablar de avances científicos en medicina sin ser médico? Aunque el intento es muy riesgoso y desaconsejable, quizás sería posible si procedo con inmenso respeto y cautela con los términos que uso en relación a lo que ignoro, y me hago asesorar previamente con personas de probada competencia.

Con el título de esta nota he querido imitar deliberadamente el estilo mediático. Es sabido que el pobre periodista que desde sus primeras palabras no logra atraer la atención del público al que se dirige, queda descalificado como tal. Captar la atención, sensibilizar ideas mediante imágenes y vocabulario de impacto emocional, construir o destruir la imagen pública de una figura prestigiosa, parece ser parte esencial del quehacer cotidiano de los comunicadores, sea en el periodismo escrito, radial o televisivo.

No todo es malo en esta lógica. Es muy importante saber presentar, atraer la atención, oponer palabras y crear frases de fácil memorización. Pero ¿qué pasa si hacemos de esto el valor único o supremo del periodismo? Es sencillo, en tal caso no me interesa la comunicación de la verdad, entendida como coincidencia entre la realidad y el juicio que hago sobre ella, sino “vender” una noticia “construida” en función de mis ideas o prejuicios; no deseo ante todo ser objetivo, poniendo al lector u oyente en contacto con la realidad, sino despertar adhesión o rechazo, golpear o engrandecer a alguien. Quien lee, escucha o mira, sin entrenamiento crítico, se comportará entonces con la mentalidad de un hincha de fútbol: ante determinados colores o palabras arderá en entusiasmo o se plegará a la silbatina. Hay comidas cuya baja calidad o insipidez se busca ocultar o “mejorar” con abundante condimento. El aderezo pasa a ocupar el lugar de la sustancia, de lo contrario la comida “no pasa” ni tampoco “se vende”.

Yo recomendaría a nuestros “vaticanistas” que no se improvisen como teólogos. Corren el riesgo de ser “todólogos”, y así la objetividad de lo que presentan va por los pisos. Claro ¡total, la mayoría de los lectores no tiene posibilidad de verificar las afirmaciones, y suele tomar lo escrito en un periódico como palabra sagrada e irrefutable!

Concluyamos, no obstante, con una nota de esperanza, citando a Santa Teresa de Jesús: “En fin, la verdad padece más no perece, y así espero aun lo habrá de declarar más el Señor”.

+ ANTONIO MARINO

Obispo auxiliar de La Plata

FUENTE: http://www.arzolap.org.ar